Lesson 23 of 22
In Progress

Lección #2: ¡No te quejes!

La Ley de Atracción Entre Especies Similares: La Negatividad Atrae Negatividad

Cuando nos quejamos, nos volvemos negativos, envenenando y dañando no solo nuestro entorno sino también a nosotros mismos. 

Esta negatividad inmediatamente nos debilita y baja nuestra frecuencia, haciendo que nos sintamos exhaustos y agotados. Como resultado, carecemos del poder para hacer frente a las dificultades y del poder necesario para cumplir nuestros objetivos superiores.

Como aprendimos en la introducción del curso, estar “en forma espiritual” significa tener la capacidad de mantener una alta frecuencia de poder y serenidad; ¡Donde nada externo o interno puede sacudirnos o sacarnos de nuestro eje! Solo manteniendo consistentemente una frecuencia vibratoria tan alta podemos atraer y magnetizar bendiciones, de acuerdo con la Ley de Atracción entre Especies Similares. Esta es una de las Leyes de la Creación, que establece que todo: acción, habla y pensamiento tiene una frecuencia vibratoria específica que atrae, como un imán, aquello que es similar a ella. El dicho popular: “Lo similar atrae lo similar”, se deriva de esta Ley y todos podemos observar cómo opera automáticamente en nuestras vidas. Sin embargo, cuando nos quejamos, simplemente no podemos mantener un estado de apta “forma espiritual”. Esto se debe a que quejarse no solo baja nuestra frecuencia sino que también magnetiza más de aquello de lo que nos estamos quejando.

La Conciencia de Esclavo

Quiero llevarte a la historia bíblica del Éxodo de Egipto, la cual nos acompañará a lo largo de este curso. A través de esta historia, podemos obtener una comprensión más profunda sobre el significado de este principio: “No te quejes”.

Luego de años de esclavitud, Moisés fue enviado para sacar a los israelitas de Egipto y guiarlos a la Tierra Prometida. Sin embargo, durante su viaje por el desierto, estos no dejaron de quejarse:

“Entonces toda la congregación de los hijos de Israel se quejó contra Moisés y Aarón en el desierto… Y les dijeron: ‘¡Ojalá hubiéramos muerto por la mano del Señor en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne y cuando comíamos pan hasta saciarnos! Porque nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea'” (Éxodo 16:1-3)

Estas quejas reflejan el estado de los israelitas en ese momento, que aún estaban en un estado de conciencia de esclavo, y por lo tanto, se quejaban de su realidad. En contraste, las personas con una conciencia de persona libre, crean su realidad.

Por lo tanto, se dice: “Fue más fácil sacar a los israelitas de Egipto que sacar a Egipto de los israelitas”.

“Sacar a Egipto de los israelitas” significa liberarlos de la esclavitud de su conciencia de esclavo. Una persona se vuelve verdaderamente libre solo cuando se libera de la esclavitud de los dos carceleros internos: El intelecto y las emociones. En otras palabras, la verdadera libertad se logra cuando el ego, un producto del intelecto y las emociones, ya no controla a una persona.

La señal más clara de que una persona está en un estado de conciencia de esclavo y carece de libertad interior es su hábito de quejarse crónicamente y culpar constantemente a otros por su situación.

Una vez conocí a una mujer que pasó toda su vida matrimonial quejándose de su marido, diciéndome que él le impedía hacer lo que ella quería y perseguir lo que la hacía feliz. Un día, su marido falleció. De repente, tenía la libertad y los medios financieros para hacer lo que quisiera. Sin embargo, se encontró paralizada por tantas barreras internas que fue incapaz de perseguir cualquiera de los sueños que había albergado durante su matrimonio. Se había acostumbrado tanto a que sus dos carceleros suprimieran cada uno de sus sueños que incluso con su marido ausente, permaneció atrapada en su prisión interior y continuó quejándose…

Volvamos al tiempo anterior al Éxodo. Una interpretación de la Biblia enseña que solo un pequeño porcentaje de los israelitas finalmente decidió tomar el riesgo y salir de Egipto hacia lo desconocido. 

Entonces, ¿Por qué solo una quinta parte eligió salir? 

Porque cualquiera que esté en un estado de conciencia de esclavo no vive realmente, sino que solo sobrevive. Tal persona tampoco toma decisiones desde un lugar de amor y confianza, sino que opera desde el miedo.

Por lo tanto, incluso hoy en día, aunque todo a nuestro alrededor clama por un despertar, la mayoría de las personas prefieren continuar su sueño en la prisión de la matrix, en lugar de reexaminar sus vidas. Esto se debe a que la naturaleza de una persona que no es libre es elegir lo malo conocido que lo bueno por conocer.

Sin embargo, incluso la elección de salir de Egipto entonces o de salir de la matrix hoy, todavía no es suficiente para asegurar la entrada a la Tierra Prometida o al nuevo mundo. Esto se debe a que se necesita la voluntad de someterse a una profunda transformación interna.

Esta transformación, de conciencia de esclavo a conciencia de persona libre, fue y es el paso más difícil para las personas desde tiempos inmemoriales.

El mayor desafío que enfrentamos no es la derrota de un enemigo externo, sino lograr la victoria del espíritu sobre los dos carceleros, es decir, renacer como un nuevo ser humano.

Esto también se puede ver claramente en la historia del Éxodo: Al parecer, inmediatamente después de la división del Mar Rojo, todos los problemas de los israelitas deberían haberse resuelto. Pero, justo después de que el Faraón y su ejército se ahogaron en el mar, el verdadero problema del pueblo esclavizado se reveló en toda su magnitud: No sabían cómo ser personas libres, y por lo tanto, todo su viaje por el desierto estuvo acompañado de incesantes quejas. En el plan original, los israelitas no debían cruzar el desierto durante cuarenta años. Podrían haber llegado a la Tierra Prometida en poco tiempo, gracias a todos los milagros y maravillas que les sucedieron en el camino. Sin embargo, la única razón por la que su viaje se prolongó fue para permitir el tiempo que necesitaban para convertirse en personas libres, en nuevos seres humanos.

Podemos resumir y decir que Egipto es similar a la matrix moderna. El desierto, simboliza la etapa de desarrollo y transformación que todos necesitamos atravesar para convertirnos en nuevos seres humanos; y la Tierra Prometida representa el nuevo mundo, al cual solo aquellos que se alineen con las Leyes de la Creación recibirán la oportunidad de pasar por sus puertas y construirlo.

Por lo tanto, si realmente queremos convertirnos en seres humanos libres, debemos superar la tendencia a quejarnos y recordar que quejarse es una característica de alguien con conciencia de esclavo.

Quejarse Nos Quita la Responsabilidad

¿Por qué a todos nos encanta quejarnos? 

¿La verdad? Porque es divertido. 

¿Por qué? 

Porque cuando nos quejamos, evitamos asumir la responsabilidad y preferimos desviar la culpa hacia otros porque es más fácil pensar que el problema no está en nosotros, sino que proviene de una fuente externa, como nuestro cónyuge, nuestro jefe, el gobierno, incluso los atascos de tráfico o el mal tiempo. Al hacer esto, asumimos el papel de víctima.

Una víctima es una persona espiritualmente indolente. No quiere salir de su zona de confort, no quiere desarrollarse y crecer espiritualmente, no quiere aceptar que no tiene control sobre el mundo exterior sino solo sobre sí mismo, y no quiere aceptar que un cambio para mejor en el mundo exterior solo puede ser posible a través de un cambio transformador dentro de sí mismo. Como dijo Mahatma Gandhi: “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”.

El segundo punto es que quejarse proviene del egoísmo. El quejoso tiene una visión estrecha de la realidad porque está enfocado únicamente en sí mismo, y por lo tanto no puede captar la imagen más amplia y completa, la cual se encuentra fuera de él.

En resumen, el quejoso crónico continúa enfocándose únicamente en sí mismo y culpa al mundo exterior por cada dificultad o desafío que encuentra, lo que con el tiempo solo lo debilita y lo hace cada vez más negativo y amargado. 

Quejarse nunca proviene del espíritu, sino siempre, solo del ego, que es nuestra falsa personalidad. El espíritu nunca se queja. Se regocija en cada lección y experiencia que tiene ante sí. Por lo tanto, ¡Solo cuando dejemos de quejarnos comenzarán a suceder milagros a nuestro alrededor, revelando la esencia y la belleza de la vida!

Imagina la siguiente situación:

Una madre acaba de terminar de fregar toda la casa cuando su hijo pequeño entra corriendo con los zapatos embarrados, ensuciando todo su piso.

Ella ve las marcas e inmediatamente comienza a quejarse y gritar: “¡Acabo de terminar de limpiar! ¡Uf! ¿Por qué no miras dónde caminas?” Luego agrega la queja para todos los miembros de la familia: “¡Nadie me ayuda en esta casa!”

Ahora, el pobre niño, de solo 5 años, no entiende por qué su madre le está gritando. Desde su perspectiva, corrió a la casa porque la extrañaba mucho y solo quería darle un abrazo…

En este punto, no solo el piso está sucio, sino que toda la atmósfera en la casa se contamina debido a las incesantes quejas de la madre. Su visión estrecha le impide ver el panorama completo: ¡Que tiene un hijo sano y feliz!

¿Qué pasaría si este niño se hubiera roto una pierna y no pudiera caminar?

Entonces la madre haría todo lo posible para ayudar a su pequeño a ponerse de pie nuevamente, incluyendo dejarlo ensuciar el piso con barro tanto como quisiera, incluso después de que ella acabase de terminar de fregarlo.

Recuerda que hay personas orando para recibir algo de lo que nosotros nos quejamos.

Entonces, ¿Por qué necesitamos perder algo para realmente apreciarlo?

La gente se queja toda su vida por cosas triviales, en lugar de ver y apreciar la belleza y los milagros que la vida nos presenta cada día.

A veces, solo justo antes de la muerte, los quejosos crónicos se dan cuenta de cuánta energía desperdiciaron en asuntos triviales, y se llenan de arrepentimiento por el precioso tiempo que han perdido.

¿Necesitamos llegar a nuestro lecho de muerte para dejar de quejarnos?

Los siguientes consejos nos ayudarán a evitar quejarnos:

1. Mejorar nuestro vocabulario, ya que las palabras que usamos crean nuestra realidad. Si no hay palabras negativas en nuestro vocabulario, no habrá negatividad a nuestro alrededor.

Quiero compartir con ustedes un experimento bien conocido que involucra arroz e ilustra el poder de las palabras. Se colocó arroz en tres frascos diferentes y se cubrió con agua. Cada día durante un mes entero, se dijeron diferentes palabras a cada frasco: Al primero, palabras de gratitud y aprecio y al segundo frasco, palabras de odio y malicia. El arroz en el tercer frasco fue completamente ignorado. Al final del mes, era visible que el arroz en el primer frasco había comenzado a fermentar y emitir un aroma agradable y fragante; el arroz en el segundo frasco se había vuelto negro, y el arroz que fue ignorado había comenzado a desarrollar moho.

De esto, vemos que nuestras palabras tienen el poder de impactar la materia. Ahora, imagina cómo nuestras palabras pueden impactar a las personas más cercanas a nosotros o qué sucede con la comida que preparamos mientras estamos molestos o estresados y nos quejamos de las cosas en lugar de estar en un estado de gratitud.

2. Trata de evitar o al menos usar menos palabras que tienden a exagerar, por ejemplo: “Estoy súper hambriento”, “Estoy muerto de cansancio”, “Estoy terriblemente molesto”. La exageración en sí intensifica la negatividad, y por lo tanto, su efecto.

3. Presta atención a la atmósfera negativa causada por las personas que tienden a quejarse, porque si no prestas atención a esto y tu espíritu aún no es lo suficientemente fuerte, serás fácilmente afectado por su negatividad.

4. Practica dedicar el 10% de tu atención al problema y el 90% a su solución. Si nos enfocamos en la solución en lugar de quejarnos del problema, hay una mayor probabilidad de que la solución se nos revele.

5. ¡Sé agradecido por todo lo que tienes y no des nada por sentado! ¡Imagina que con cada queja perdemos energía y con cada expresión de gratitud la recuperamos exponencialmente! Esto significa que cuando actuamos desde un lugar de gratitud, podemos lograr mucho más que cuando tenemos un disco rayado de negatividad sonando en nuestras cabezas sin parar. Esta negatividad es lo que nos agota más que cualquier cosa, no las tareas reales o el trabajo físico que realizamos.

6. Sonríe desde adentro hacia afuera: Una sonrisa genuina irradia belleza e inspira confianza. “Una sonrisa es una línea curva que endereza todo.” (Phyllis Diller)

7. Dar: Dar en cualquier forma, siempre que el motivo principal no sea egoísta y se haga sinceramente, no solo puede ayudar a otros en su momento de necesidad, sino que también será reciprocado con una elevación de nuestro espíritu a un nivel de frecuencia vibratoria donde la negatividad no puede existir.

El río no bebe su propia agua.

Los árboles no comen su propio fruto.

El sol no brilla para sí mismo.

Y las flores no son fragantes para su propio beneficio.

Dar es una ley en la naturaleza.

Sí… la vida puede considerarse buena cuando no necesitamos nada. Pero puede ser verdaderamente maravillosa solo cuando damos a los demás.


Un espíritu libre, fuerte y alegre nunca se queja. Sin embargo, para alcanzar esta conciencia espiritual y extender nuestras alas espirituales, necesitamos cruzar el desierto y entrenarnos. No obstante, si persistes incluso con solo este ejercicio, podrás alcanzar nuevas alturas que tal vez nunca hayas pensado posibles. Alturas donde solo se puede escuchar el canto de alabanza del espíritu.